lunes, 6 de diciembre de 2010

ConGreSo Sobre VaLoReS

El consumo o la dificultad de acceso al empleo, entre las causas del fracaso escolar

Los jóvenes españoles atraviesan en la actualidad una difícil situación, marcada por los altos índices de fracaso escolar y la creación de grupos cerrados, con conductas agresivas y de rechazo al sistema, tal y como se ha puesto de manifiesto durante la última jornada del I Congreso Nacional de Educación en Valores, organizado por la Fundación de la Solidaridad y el Voluntariado de la Comunidad Valenciana (FSVCV) y la Universidad de Valencia. 
La última mesa redonda del Congreso ha contado con la participación, entre otros expertos, del presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra y del profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, Francisco Alcantud, quien ha señalado que el rechazo social “está cada vez más extendido entre los jóvenes porque la sociedad no les facilita  el acceso al trabajo, ni a la vivienda ni, en general, a un proyecto de vida”.

Esteban Ibarra ha atribuido este tipo de situaciones al avance actual de las sociedades democráticas, donde “imperan más los intereses de las empresas, basados en la lógica del mercado; de los medios de comunicación, que dan más importancia a las situaciones negativas que a sus posibles soluciones; y de la actuación del Estado, que obra con cautelas, en conformidad con el poder establecido”.


Sin embargo, Ibarra ha destacado que el avance de la democracia no es explicable sin la existencia de una sociedad civil activa (ONG, asociaciones, fundaciones…) ya que su fortaleza radica en “la lógica de la solidaridad y la conciencia de participación en un proyecto común a partir del fomento de valores como la igualdad, la educación y la transparencia”.

Las mujeres, más empáticas
María Vicenta Mestre, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, ha subrayado durante su intervención que estudios recientes revelan que la empatía es “una cualidad más extendida entre las mujeres que en los hombres, cuyos valores están más orientados al interés personal”, lo que influye en las actitudes agresivas, ya que “los sujetos más inestables emocionalmente, con menos recursos para frenar la impulsividad, son los más propensos a la agresividad, mientras que los adolescentes más empáticos son más prosociales y, por tanto, menos agresivos”.
Por su parte, el vicerrector de la Universidad de Valencia y profesor del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, Antonio Ariño, ha pronunciado la conferencia que ha cerrado el Congreso, previa a la lectura de conclusiones, donde ha analizado los efectos de la inmigración en la educación intercultural en España y ha ofrecido datos de encuestas recientes, que revelan “una clara ambigüedad y dilemas morales entre los ciudadanos”.

Así, aunque la mayoría de los encuestados asegura tratar con normalidad a los inmigrantes, son muchos los que consideran que “los españoles los tratan con desconfianza, desprecio o indiferencia”, dice Ariño, aunque sólo un 11 por ciento de los encuestados “responde con un rechazo rotundo a la inmigración”.

Conclusiones del Congreso Nacional de Educación en Valores
Con respecto a las conclusiones que se han ido estableciendo durante tres días, a través de las cuatro conferencias y tres mesas redondas, impartidas por diecinueve ponentes y con la activa participación de los 217 asistentes:

Entre las ideas que se han puesto sobre la mesa destaca la de que los ciudadanos somos responsables de un problema de salud pública como los accidentes de tráfico, que no se producen por ignorancia sino por la ausencia de respeto a las normas de tráfico y, por tanto, a las normas de comportamiento en sociedad. O, también, que problemas como la anorexia se deben al rango superior que se otorga estética frente a la ética, a pesar de que la estética nos viene dada mientras que la ética la forjamos.

Los principios son universales, los valores cambian

Los grandes principios universales (justicia, libertad, igualdad, fraternidad, amor, justicia, solidaridad, etc.) son atemporales. Los valores, la forma de jerarquizar estos principios, evolucionan. Los valores no se “pierden”, cambian[1].

En este sentido, el objetivo es alcanzar la sociedad pluralista, en la que distintos códigos morales comparten unos mínimos comunes, lo que permite el respeto y la convivencia.

Y no perder de vista que los esquemas estereotipados tienen doble filo: facilitan la comprensión y comunicación con el entorno, pero contribuyen a mantener prejuicios sociales basados en la jerarquización de grupos humanos.

La responsabilidad empieza en casa

La educación comienza en la familia, donde se aprenden conductas, roles y las formas de reaccionar ante conflictos. Se ha comprobado la importancia de la dimensión afectiva en las relaciones familiares. El estilo educativo familiar basado en el amor (evaluación positiva del hijo/a, interés y apoyo emocional) junto con la coherencia en la aplicación de las normas, se traduce en principios de igualdad y orientación a las necesidades del otro.

También se ha puesto de manifiesto que aunque la familia ha cambiado mucho, en España sigue siendo un encuentro entre generaciones, donde los abuelos juegan un papel de “guardianes” de la estabilidad familiar.

La educación continúa en la escuela, donde se postula la conducta modélica del docente, el uso de las normas para ejercitar el autocontrol, la participación en la toma de decisiones, la promoción de la reflexión, la enseñanza de la empatía, de la solución y gestión de conflictos, el razonamiento prosocial, la regulación de las emociones, etc.

Asimismo, el “grupo de iguales” marca su socialización y actitudes. Y no olvidemos que la sociedad fomenta en los jóvenes la atracción por el riesgo y la sobrevaloración de sus propias capacidades.

Propuestas para mejorar:

-          Enseñar a “degustar” los valores. No enseñarlos ni imponerlos, darlos a probar como una forma de vivir la vida, de afrontar las situaciones y de actuar.
-          Dotar a los jóvenes, durante su educación, de un sentimiento de autoeficacia y competencia personal, fomentar su inteligencia social y emocional y desarrollar su capacidad de definir metas y creencias compatibles con los demás.
-          Dotar a los educadores de materiales, estrategias y recursos para que puedan desarrollar esta escuela de convivencia en el aula.
-          El voluntariado es una forma de entender la vida, de construir una sociedad más humana, de erradicar situaciones de exclusión social, de desvelar sus causas y de movilizar a las personas para eliminarla.


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